Un regalo de bodas

De regreso de un viaje de placer a Lisboa, Carlos decide realizar una visita sorpresa a su antiguo y muy querido amigo Juan, que acaba de casarse en una ciudad de provincias, y hacerle entrega así de un regalo de bodas. La sorpresa mayúscula se la llevará Carlos desde el primer minuto en que pisa su casa.

Así, cuando espera que la reciente esposa de Juan, hombre de mundo acostumbrado a la compañía de mujeres despampanantes, sea una señora de las que quitan el hipo, aparece en escena la, siendo generosos, diremos que poco agraciada Julieta, que sí, que también quita el hipo, pero por motivos bien distintos, la pobre.

Y lo mismo sucede con los chismes del padre Leocadio, personaje que, tras introducirse en la trama casi como de prestado, se convierte a medida que ésta avanza en el verdadero motor del argumento, en el tipo que todo lo lía y que no acaba nunca de  aclararnos, el muy pesado, qué demonios sucedió en  aquella casa aquel fatídico día cuando aparece el  cadáver del novio de la bella Alicia, hermana de Julieta. Todas las sospechas recaen sobre Juan de quien se piensa que Julieta será su próxima víctima para poder conseguir los favores de Alicia. Este fatal desenlace no sucede, pero Juan no resulta ser tan inocente como quiere hacer creer.